Prólogo del libro "No verte más" de Valérie Rouzeau (Barba de abejas, 2019)

Prólogo

A Arnaldo Calveyra, que vivió más de 30 años en Francia, alguna vez le preguntaron por qué no escribía en francés y él contestó que era porque no conocía la temperatura de las palabras. Sospechamos que ése es el mayor desafío de este libro: dar con la temperatura que producen sus versos labrados con una jerga familiar hecha de apodos y juegos, una musicalidad propia y el flujo de sensaciones que genera la ausencia, produciendo en su conjunto una sintaxis de la conmoción. 

Valérie Rouzeau nació en un mundo de mecánicos y chatarreros que trabajan sobre lo dado, reciclando, transformando. Tal vez por eso reparar y recuperar sea una de las maneras que tiene de concebir el proceso de creación. “La escritura de un poema puede representar para mí un medio de reparar (…) lo que funciona mal o no funciona bien en la vida”. 

Leer a Valérie Rouzeau por primera vez, es dejarse llevar por una voz que enseguida sorprende, interroga, descoloca y fascina al mismo tiempo. Una voz hecha de rupturas y cacofonías donde el sentido se desdobla y estalla. La propia autora lo señala: “puedo llegar a suprimir una sílaba o una palabra o a escribirla coloquialmente por razones de ritmo, de urgencia en decir ‘ma’ en lugar de ‘mamá’ o ‘porfa’ en lugar de ‘por favor’ (…) y no lo haría si tuviese la preocupación de la comunicación útil que excluye toda polisemia.” 

En No verte más, todos los registros, las figuras o incluso otros idiomas, son recuperados y articulados para componer cada poema. Lo que se puede percibir como a-gramatical, la autora lo piensa como anti-gramatical, construido “en contra de” para hacerle decir al lenguaje lo que su estado actual no permite. Este mecanismo minucioso prioriza la reconstrucción polifónica por encima o incluso a pesar del orden sintáctico. No busca dar cuenta de un pensamiento claro, sino mostrar el flujo de una alteración que no tiene pausas. “Me gustan las palabras forjadas o distorsionadas, el gusto de la colisión verbal, figuras sonoras, homofonías diversas (…) palabras tomadas al vuelo en la vida de cada día (…) yo recolecto, reciclo, transformo”. 

De este modo, un nuevo lenguaje se articula, a lo largo de la lectura, donde las palabras parecen encontrar una nueva libertad, una expresión propia, llevadas por el llanto, que les permite decir todo a la vez, expresar la contradicción entre el flujo ininterrumpido de recuerdos y la desolación del presente. Sus versos parten de la pérdida siguiendo una cadencia íntima con la intuición, latente, de que ese movimiento repara. Logra así transmitir una conmoción y una fragilidad inmensas que los versos contagian con la fuerza y los sobresaltos que resultan de la pena abrumada de los sollozos.


En No verte más, Valérie Rouzeau elabora una sintaxis del ritmo forjada por la temperatura de la ausencia y por la memoria que los materiales tienen de ella; una voz que parte de la desesperación, de la impronta de los recuerdos, y cautiva en su camino de (re)construir belleza con la intuición de que un acto amoroso como puede ser la escritura y la lectura, incluyamos la traducción, sana.