Sobre Barbara Loden, una experiencia de traducción.
Fue un trabajo intenso y conmovedor tanto en lo técnico como en su potencia discursiva. En lo técnico porque la escritura de Léger tensa, en pos de la expresividad, la plasticidad del lenguaje. ¿Su potencia? La elocuencia condensada para narrar sentimientos complejos que escapaban a lo binario. ¿Qué nos pasa cuando una historia nos interpela? ¿Cómo nos posicionamos cuando nuestro presente repite viejos mandatos opresivos? ¿Cómo convivir con esa tensión de los afectos que obturan?
A esto no escapa la estructura de su escritura, fuerza y no concede. Interpela a la vez que se pregunta. Avanza pero no en línea recta sino en las fisuras que ve o va hacia las que sospecha.
Ojalá sea una escritura que se siga traduciendo al español. Atravesarla, tener la experiencia de esa lectura, es sin duda enriquecedor. Y no porque hayamos capitalizado algo. No. Sino porque nos muestra una faceta más de este intrincado mundo de tensiones en que vivimos; porque hace más complejo nuestro presente, también quizás más desolador; porque nos muestra que somos más débiles y por eso con la necesidad de ser más ágiles, más activos, más críticos, más empáticos.